Género y educación
Desde los años 8o el término género se ha hecho presente en discursos,políticas públicas,revistas científicas, estrategias educativas e incluso a llegado a ser un término frecuente en el lenguaje cotidiano de las personas. Pero, ¿sabemos realmente qué significa?
El termino género (procedente del inglés gender) nace para evidenciar el hecho de que los roles o tareas desempeñan mujeres y hombres no tienen origen biológico sino social. El sexo determina las características físicas, mientras que la socialización condiciona los comportamientos, los valores y las diferentes expectativas según seamos mujeres u hombres. Las diferencias sexuales no son la causa de las desigualdades, sino las diferencias socialmente construidas entre hombres y mujeres que se fundamentan en la diferencias biológica y dan lugar a roles y estatus diferentes para hombres y mujeres.
Sexo no es género
Género no es sinónimo de mujer.
Cada sociedad desarrolla sus propias relaciones de género, entendidas estas como las vías mediante las cuales se definen los derechos, las responsabilidades, las identidades (femenino/masculino) y por las que se determina el tipo de relaciones sociales entre mujeres y hombres. Las relaciones de género son construcciones sociales que cambian, varían y evolucionan en el tiempo, y están
influenciadas por muchos factores, como la religión o la clase social. Lo común a todas las sociedades es que las relaciones de género se encuentran jerarquizadas, es decir, el valor que se atribuye a los roles, las funciones y las características asignadas socialmente a hombres y mujeres es distinto, y esto genera desigualdades.
Algunas cifras:
- Se estima que el número de mujeres que han sufrido mutilación genital en el mundo asciende a 130 millones; 2 millones de niñas son mutiladas anualmente.
- Las mujeres poseen menos del 1 % de la riqueza del planeta ;ellas aportan el 70 % de las horas trabajadas y no reciben más que el 10 % de la renta .
- 2/3 de la infancia sin escolarizar son niñas. De un total de 9oo millones de personas analfabetas 2/3 son mujeres.
- El total de mujeres elegidas para cargos políticos en el conjunto de países del mundo, sólo representa el 15 % del total de los parlamentarios.
- 1.300 millones de personas viven en situación de pobreza absoluta. De ellas, el 70 % son mujeres.
- Como mínímo, una mujer de cada tres ha recibido golpes ha sufrido relaciones sexuales impuestas u otras formas de violencia
- Más de 200.000 mujeres mueren cada año a causa de abortos clandestinos.
- El África subsahariana es el lugar donde resulta más evidente la feminización de la epidemia del SIDA: cerca del 60 % de los casos de infección se da en mujeres, y el 75 % de los jóvenes entre los son muchachas de 15 a 24 años.
Fuente: Naciones Unidas, PNUD, Amnistía Internacional
A finales del siglo XVIII, empezaron a denunciarse las desigualdades, la falta de derechos, la discriminación y la subordinación de las mujeres. Estas denuncias fueron permitiendo, poco a poco,
que las mujeres adquiriesen derechos y construyesen una agenda de desarrollo. También, gracias a ellas, empezaron a ser reconsiderados los modelos culturales que nos definen en tanto que
hombres y mujeres.
En 1945, las Naciones Unidas incluyeron en su Carta «la igualdad de derechos entre hombres y mujeres» e inmediatamente crearon la «Comisión para el Estatuto de las Mujeres», que debía
promover este ideal. No obstante, en el periodo de post-guerra, se impuso la imagen de las mujeres como madres-esposas, soporte de la familia tradicional. Fue Simone de Beauvoir, en su obra sobre la opresión de las mujeres, El Segundo Sexo (1949), quien aportó las bases ideológicas para el resurgimiento del Feminismo en los años 60. Betty Friedan, con su libro La Mística de la Feminidad (1963), definió el término femenino (tomado de Beauvoir) como una construcción social en lugar de una determinación biológica, y reveló los mecanismos sociales que perpetúan las relaciones de dominio entre los sexos.
La «Primera Ola» del Feminismo, finales del siglo XIX e inicios del XX se centró en adecuar los derechos de las mujeres a los de los hombres: el derecho a la propiedad, el acceso a la educación y
el derecho a una independencia económica, así como el derecho al voto La «Segunda Ola» del Feminismo, que comenzó en los años 60 denunció la opresión que sufrían las mujeres a causa del sistema patriarcal y pedía su liberación de los roles y las ataduras impuestas por las relaciones de género.
Una de las características de esta etapa fue hacer de lo privado una cuestión pública, especialmente en el ámbito de los derechos sexuales y reproductivos, con la legislación sobre la anticoncepción y la interrupción voluntaria del embarazo. Se reivindicaba, además, la igualdad entre mujeres y hombres en el campo profesional, educativo y en la lucha contra las instituciones sexistas
Se trata, por lo tanto, de un proceso rico, que ha aportado cambios, no solamente en política, sino también en diversas disciplinas científicas, especialmente en el campo de la psicología, el derecho, la sociología y la biología. Y son estos cambios, además, los que nos permiten cuestionar las formas y las posiciones desde las cuales se construye un desarrollo equitativo y duradero
El Patriarcado hace referencia a un sistema de poder establecido en base a un modelo de dominación masculina. Se basa en la supremacía de los hombres y de lo masculino sobre la supuesta interioridad y la desvalorización de las mujeres y de lo femenino.