“Hoy en día, las personas tenemos códigos morales distintos y eso puede generar una sensación de ‘todo vale’”

El debate sobre derechos y libertades está más presente que nunca, cuando la salud pública ha obligado a restringir algunos fundamentales. La sociedad exige que este tipo de decisiones siempre tengan como base el bienestar común y no intereses personales o parciales. Para tomarlas, la ética debe ser la garante de los dilemas que puedan surgir y en los que se contraponen valores. La vía para aplicar esta moralidad se canaliza a través de los comités de ética, cuyos casos a analizar han aumentado. Maria Jesús Goikoetxea Iturregui es doctora en Derechos Humanos, profesora en la Universidad de Deusto y miembro del comité de ética estatal de Plena Inclusión y del comité de ética de Inclusión Social de Bizkaia. Antes estuvo en los comités de Cruces y de Salud Mental.

 

Cuando hablamos de ética nos viene a la cabeza un concepto muy abstracto que, en el mejor de los casos, se ha abordado superficialmente en el colegio o la carrera. ¿Cómo entiende la ética?

Para mí, fundamentalmente, la ética tiene que ver con la responsabilidad hacia mí y hacia la sociedad. Las acciones que realizamos consideramos que son valiosas en función de conceptos que son importantes para cada individuo. Si una persona mantiene una amistad es porque considera que la amistad es algo valioso para ella. O si renuncia ante una situación que le parece injusta, es porque la justicia es un valor importante para ella.

 

¿Y estas decisiones en qué se sustentan?

Se toman en función de proyectos de vida buena que se sostienen con valores importantes para una persona. Lógicamente, una persona nacida en otro lugar del planeta o en otro momento histórico tendría un proyecto de vida buena sustentado con paneles completamente diferentes.

 

Son, por lo tanto, opciones muy subjetivas dentro de un contexto social y cultural…

Nuestra sociedad es una sociedad que llamamos de código moral múltiple en la que convivimos diferentes personas con proyectos de vida buena distintos, es decir, con diferentes códigos morales. A veces eso genera conflictos entre valores y cosas que son buenas. Lo que para mí es bueno puede que para otra persona signifique limitar algo que es valioso para ella, sin dejar de ser ambas opciones buenas.

 

Y ahí es cuando entran a trabajar los comités de ética. 

Antes de ayer me llamaba una amiga médica. Me decía que una paciente suya quería acabar con su vida porque no tenía sentido. Para la paciente era valioso el valor de la libertad, mientras que la doctora no concebía poner fin a la vida de otras personas porque se había hecho médica para salvarlas. Aquí hay un claro conflicto entre dos valores: el de la libertad y el de la vida, y en dos códigos morales distintos. Ante esta situación un comité de ética intenta encontrar propuestas que puedan salvaguardar los dos valores. En este caso, pasaría, por ejemplo, por hacer una propuesta de sedación a la paciente para no tener la experiencia de sufrimiento al final de su vida. Los comités de ética intentamos deliberar y encontrar propuestas prudentes que intenten salvaguardar los valores.

 

Eso en comités de ética dentro del ámbito sociosanitario, pero los hay en otros muchos ámbitos, como el político o el empresarial. ¿Qué perfiles de profesionales encontramos en estos foros?

Cuantas más perspectivas tenga un comité de ética mejor. Cada uno tenemos una forma de ver la vida porque tenemos un desarrollo determinado. La idea es que en las reuniones mensuales que tenemos haya personas que tengan adquiridos valores distintos porque representan espacios de la sociedad diversos.

 

En los últimos años cada vez es más patente el hartazgo de la sociedad por decisiones o actitudes impropias en varios ámbitos como el político o el económico. ¿Estamos olvidando la ética?

Totalmente. Cada uno cree que solo tiene que argumentar éticamente si es bueno para él o ella, pero las decisiones individuales afectan a la vida social, al medio ambiente, a la distribución de la riqueza… El momento de darnos cuenta de esto y recuperar la ética es ahora.

 

¿Y cuesta hacer pedagogía en esta dirección?

La ética era fácil hace 30 años. Todo el mundo pensaba que estaban bien o mal las mismas cosas. Hoy en día no es así y las personas tenemos códigos morales distintos. Eso puede generar una sensación de relativismo, un no tengo que responder ante nadie por lo que hago. Esa es una situación de alto riesgo para una sociedad. Las personas debemos responder ante nosotros mismos en primer lugar y después ante los afectados por nuestras acciones. Esto requiere rearmar a las personas. 

En el ámbito social y sanitario, veo un despertar hacia la ética. Lo que no sé es si hay esa misma sensación en otras responsabilidades, como las políticas o las económicas. Tengo la sensación de que en estos ámbitos el único valor es la utilidad y el valor económico. Es tiempo de llegar a acuerdo de mínimos en sociedades plurales.

 

Cuesta creerlo cuando vivimos en la sociedad de toda la historia más preparada en todos los sentidos para los futuros retos.

La gente sabe mucho a nivel técnico, pero no saben tomar decisiones con respecto a valores o los derechos. Individualmente hay un despertar hacia la ética, pero socialmente es escaso. Aun así, tampoco diría que vamos por mal camino.

 

“La gente sabe mucho a nivel técnico, pero no saben tomar decisiones con respecto a valores o los derechos”

 

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