Una jubilación tardía

En cualquier conversación entre amigos, familiares o compañeros de trabajo hablar de pensiones ahora mismo un deporte de alto riesgo. Bien puede haber alguien que no tenga ni idea del tema, que sea un defensor incondicional de la Seguridad Social y el reparto público, o una de esas muchas personas que desde hace varios años muestran su enfado ante uno u otro gobierno por cómo ‘maltratan’ el sistema actual. De esas que afirman que a este paso las pensiones públicas serán cosa del pasado.

Se mire por donde se mire, prácticamente todo el mundo conoce a alguien que reciba algún tipo de pensión: un abuelo, una madre, o incluso algún antiguo amigo de la familia, y seguro que si se les pregunta por este tema acabarán por soltar cualquier tipo de comentario ‘poco educado’. Y en cierto modo, no lo harán por falta de razones. Hace ya muchos años que el sistema público de pensiones se puso a juicio, y por más que se hable o se tomen medidas (como la revalorización del Sistema de Pensiones de la Seguridad Social, y la reforma de la jubilación aprobadas en 2013) no parece que se esté llegando a nada.

¿El problema? El dinero y las millones de personas afectadas por un reparto cada día más inviable, causado por un sistema defectuoso que afecta a los más mayores de nuestra sociedad y asusta a las generaciones más jóvenes. De hecho, en la mayoría de universitarios y muchos trabajadores jóvenes existe el temor, no sabemos si justificado o no, de estar ante un futuro en el que no existan las pensiones públicas.

Por eso cabe preguntarse ahora por el qué va a pasar de aquí a 20 o 25 años. Por si los nuevas generaciones tendrán una pensión digna gracias a la Seguridad Social y a 40 o más años de trabajo, o si tendrán que buscarse la vida con planes alternativos como los fondos privados. Desde luego que las cosas no seguirán como hasta ahora. Si la esperanza de vida sigue aumentando -en concreto 2,5 meses a cada año que pasa- es lógico que también tengamos que jubilarnos más tarde.

Por ahora, muchos jóvenes, por no decir todos, ya deberían saber que trabajarán hasta los 67 años, según las reformas ya mencionadas. Pero quién sabe, a lo mejor cuando lleguen a los 70, ese esperado periodo que conocemos como jubilación, todavía quedará muy lejos.

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