La responsabilidad con nuestros montes
Son muchas las personas que acuden al monte cada semana. Muchas de ellas, recorren los senderos cercanos a sus municipios, otras apuestan por conocer nuevos rincones y hay quienes se animan a subir a las cimas más altas de nuestra geografía, aquellas que están en los Pirineos.
Unos van paseando, otros corriendo, en bici o se deslizan por la nieve con los esquís, si es que las condiciones lo permiten. Algunas, llevarán haciendo estas actividades toda su vida y serán expertos y expertas “mendizales” y habrá quienes estén iniciando su afición de ir al monte. Y a todas ellas les une la misma responsabilidad, esa que tenemos adquirida con el medio ambiente, mayor aún si cabe desarrollar una actividad en los entornos naturales.
Sin embargo, esta responsabilidad que tenemos de cuidar el medio ambiente no es respetada por todos y no es sorprendente ir paseando por el monte y encontrarse con latas de refrescos, envases de plástico, por no hablar de las mascarillas que en el último año marcado por la pandemia se han convertido en uno de los residuos más visibles. Y no podemos olvidarnos de otros residuos como las cáscaras de fruta. Estas últimas pueden generar controversia por aquello de que es algo natural y de que por tanto no hacen daño, pero como he oído alguna vez por ahí “es biodegradable, pero biodesagradable”. Y es que, no cuesta nada llevarse de vuelta en la mochila basura generada sin embargo es algo que no conseguimos.
Desde SOS Ezkaba, en Iruña, han visto cómo la situación provocada por la COVID – 19 ha tenido un fuerte impacto negativo para el medio ambiente. La afluencia al monte ha subido en todos los lugares, y se hace muy palpable en zonas situadas cerca de núcleos urbanos y de fácil acceso, como es el caso del monte Ezkaba, a cuyos pies se sitúa la capital navarra. “Quizás la gente que sube a Ezkaba se ha multiplicado por cinco, con el hándicap de que muchas personas no cuentan con una conciencia sobre el impacto medioambiental que provoca dejar residuos en el monte. Además, con el reciente asfaltado de la carretera, sube mucha gente en coche a cenar y ver lo bonito de Pamplona desde arriba mientras tiran la basura por la ventanilla” aseguran desde la plataforma.
A raíz de esta problemática, en 2016 surgió en Estocolmo una iniciativa que se ha convertido en toda moda en parte gracias a las redes sociales: el plogging. Este término se obtiene de sumar las palabras jogging (correr) y plocka upp (que en sueco significa recoger). La idea es que mientras la persona practica su deporte o ejercicio habitual va recogiendo la basura que encuentra en el camino. Algo que no es nuevo, puesto que es una costumbre que practican muchas personas de forma habitual. Y no sólo a nivel individual, ya que que los colectivos vecinales, asociaciones – cómo SOS Ezkaba – y organizaciones que se preocupan por mantener libre de residuos los entornos naturales de sus alrededores.
Mucha gente disfruta de la naturaleza y encuentra en la naturaleza un lugar de esparcimiento don de desconectar, ir con los trineos, esquiar, pasear o disfrutar del paisaje. Otras personas tienen en la naturaleza su lugar de trabajo. Si queremos seguir disfrutando de todo lo que la naturaleza nos ofrece, debemos hacer un compromiso con ella y cuidarla y respetarla.