CONTRACULTURA
Decía José Román Flecha ya en 1985: “Hay demasiado moralismo en muestra predicación. Sermones y homilías enfatizan lo que se ha de hacer, en lugar de invitar a celebrar lo que Dios ha hecho por nosotros. Los creyentes acarician la secreta pretensión de guardar los mandamientos para salvarse, en lugar de vivir esos valores porque han sido salvados”. ¿Seguimos igual después de tantos años? Pues podemos ponerlo en duda, sin más. Pero hay muchas personas que, con Pablo D’Ors, trabajan para cambiar los lenguajes, crear belleza y cultura. «Hemos de reformular nuestro pasado cultural, cristiano por más señas, conforma a nuestro lenguaje y sensibilidad», dice, y añade además: «La teología no ha sido entendida fundamentalmente como cultura, sino como doctrina (…) No ha lanzado puentes al arte o al pensamiento espiritual desde horizontes menos domésticos». Y aparecen «Laudato si», y «Fratelli Tutti». de la mano del papa Francisco, con su aportación a un cambio en el que la ecología, la economía, la bioética… son cultura. Y también la cultura del encuentro. Y la Iglesia va más allá de las aportaciones pasadas del arte religioso musical, pictórico o arquitectónico… Es una oportunidad para que un sector del cristianismo actual no sea considerado como anticultural, sino contracultural, y contribuir a mantener el sentido humanitario, junto con otras muchas personas y corrientes, en este mundo que tanto lo necesita.