EL PROFETA

Han pasado ya unas semanas desde la muerte de Pedro Casaldáliga, el obispo profeta, ejemplo de vida evangélica en Brasil, Mato Grosso, donde vivió con los pies en la tierra, junto a las personas más desfavorecidas de la sociedad. Su vida y sus poemas son lo mismo: «No tener nada, / No llevar nada, / No poder nada, / No pedir nada, / No callar nada. / Solamente el Evangelio, como una faca afilada. / Y el llanto y la risa en la mirada. / Y la mano extendida y apretada. / Y la vida, a caballo, dada. / Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada, / Para testigos de la Revolución estallada. / Y «mais nada». (Pere Casaldàliga. Antología retirante. Poemas, 1978) Y no me resisto a reproducir la canción de Ricardo Cantalapiedra que nos viene hoy como anillo al dedo: ¿En dónde están los profetas, que en otros tiempos nos dieron las esperanzas y fuerzas para andar?, para andar. EN LAS CIUDADES, EN LOS CAMPOS, ENTRE NOSOTROS ESTÁN (bis) EN LA CIUDAD, ¿EN DÓNDE ESTÁN? EN EL MAR ¿EN DÓNDE ESTÁN?, EN LA CIUDAD /¿DÓNDE ESTÁN? Sencilla cosa es la muerte, difícil cosa es la vida, cuando no tiene sentido ya luchar, ya luchar. Nos enseñaron las normas para poder comportarnos y nunca nos enseñaron a amar, A amar.

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