¿JUSTICIA CLIMÁTICA?

Ha dicho António Guterres, Secretario General de la ONU, que «estamos en una carretera al infierno climático, con el pie todavía en el acelerador». 

Somos ya ocho mil millones de personas, el caos climático afecta a los países más pobres, mientras que las emisiones proceden de los países más ricos, y más contaminantes. A esto se le suma que difícilmente se consigue llegar a un acuerdo, para que en la 27 Cumbre sobre el clima de Egipto se cree un  presupuesto y se alivien los efectos de los desastres naturales.

Además, se está muy lejos de plantear la condonación de la deuda a los países más necesitados cuya deuda no les deja levantar cabeza. No terminamos de creernos que con estos mimbres se vaya a limitar el calentamiento del planeta a 1,5 grados.

Seguimos con nuestra adicción a los combustibles fósiles y pensamos que con dinero, mucho dinero, se puede doblar la curva de las emisiones globales, pero no hay siquiera un documento sólido reducir los combustibles fósiles como el petróleo, el gas o el carbón. China, India y Rusia no asumen objetivos climáticos, y ni siquiera hay garantías que se van implementar para cumplir, al menos, los compromisos ya existentes de encuentros anteriores.

Cumbre descafeinada y con falta de ambición. El tiempo de descuento quizá también sea estéril, porque es mejor quedarse sin acuerdo y cumplir los acuerdos ya existentes. Decenas de activistas se han manifestado para exigir medidas, con símbolos y representaciones muy creativas, pero no lo han podido hacer en la calle porque el Gobierno egipcio lo impide.

¿Se puede pedir justicia climática si no se respetan los derechos humanos?

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