QUE ASÍ SEA
Hoy, domingo de resurrección, finaliza esta larga y silenciosa semana santa. Ha sido muy significativa la imagen del Vaticano, con la plaza y la basílica de San Pedro vacías, y unas celebraciones austeras, donde he visto al papa Francisco frágil, cansado -ojalá me equivoque-, pero que entre las palabras dirigidas hacia el interior de la Iglesia, también ha dicho otras como: «No es este el momento para seguir fabricando y vendiendo armas, gastando elevadas sumas de dinero que podrían usarse para cuidar personas y salvar vidas». Y que «se afronten —por parte de todos los Países— las grandes necesidades del momento, reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres». Y ha terminado diciendo: «Las palabras que realmente queremos escuchar en este tiempo no son indiferencia, egoísmo, división y olvido. ¡Queremos suprimirlas para siempre! Esas palabras pareciera que prevalecen cuando en nosotros triunfa el miedo y la muerte; es decir, cuando no dejamos que sea el Señor Jesús quien triunfe en nuestro corazón y en nuestra vida». Que así sea.