RESPETO ACTIVO

Nadie puede justificar de ninguna manera la muerte de un profesor en Éragny, cerca de París, ni en Niza, ni en Viena. Es atroz. Sin más. Que un profesor debata sobre el tema en un aula y lo pague con la muerte no tiene ninguna justificación. También se ha insistido mucho en que exhibir las caricaturas de Mahoma de forma constante en diferentes lugares y medios de comunicación es un ejemplo de libertad de expresión. ¿Decir que el genocidio nazi no ha existido es un símbolo de libertad de expresión? Es un símbolo de otra cosa, pero no de libertad de expresión. Hay casi mil setecientos millones de musulmanes en el mundo. Hay radicales que matan, sí. No viene a cuento, o quizá sí, recordar las agresiones de Occidente por intereses económicos a otros países. Y eso no justifica ningún atentado terrorista, por supuesto. Pero defender que la exhibición de las caricaturas del Profeta, que es la base fundamental de las creencias de un veinticinco por ciento de la humanidad, con una bomba en la cabeza, y sugerencias sobre muyahidines y el paraíso, no contribuye a profundizar en un concepto dialogado del significado de la libertad de expresión. No es vano hablar de un concepto activo de respeto, porque, a veces, un ejercicio abusivo de un derecho fundamental, como es la libertad de expresión, puede ser en cierta manera potencialmente destructivo si no entendemos que la construcción del respeto activo puede convertirse en un abuso en el ejercicio de un derecho. Se trata de una actitud ética que ayuda a conjugar el conflicto entre un derecho fundamental y el abuso de un derecho.

 

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