SIRENITAS
Ha vuelto a entrar el dolor en la sensibilidad colectiva. Anna y Olivia son las víctimas de un asesinato atroz, fruto de esa escalada de violencia de género que busca hacer el mayor daño posible a una madre, intentando mantener abierta la herida ante la incertidumbre en torno a al hallazgo, o no, de un cadáver. Se ha encontrado ya a Anna y se busca a su hermana, también al padre. La sensibilidad popular ya denomina como sirenitas a estas preciosas niñas. No hay calificativos para expresar hasta dónde puede llegar la crueldad humana para hacer daño. Un abrazo a esa madre que está sufriendo tanto. Los medios de comunicación y el gobierno están poniendo todos los medios para explorar el mar y terminar, de una vez por todas, con la angustiosa incertidumbre. Un barco del Instituto Español de Oceanografía está apurando todas sus posibilidades para colaborar en esta tarea, y son muchas las voces que animan constantemente a que no se abandone la búsqueda hasta conseguir el objetivo. Ya sabemos que esto ha sido provocado con cruel premeditación. Pero no es mal momento para recordar que en el Mar Mediterráneo han muerto o desaparecido en torno a mil, dos mil y hasta tres mil personas inmigrantes algún año, como en 2016. La angustia y el dolor de sus seres queridos, sin saber nada de sus cadáveres, no se puede medir. Y no conduce a nada comparar. Aunque sí conviene remarcar que no tienen la misma repercusión en nuestro entorno, tampoco son semejantes sus características físicas, el idioma, las circunstancias socioeconómicas… y no son de nuestro territorio. No son.