¿UN APAGÓN?

Facebook, Instagram y WhatsApp han caído en todo el mundo durante seis horas. El interés de muchos medios se ha centrado en saber cómo se ha podido producir, -no sé qué son las tablas BGP-, y en hacer cálculos sobre pérdidas millonarias ¡Qué habilidad para hacer números! Pero es un mensaje para reconocer la fragilidad humana y la de las grandes corporaciones.

¿Cuántas personas, especialmente jóvenes, se han puesto nerviosas ante esta situación? No es un dolor por no poder comunicarse, porque a nadie le han aislado de otras personas, sino un síndrome de abstinencia, y un motivo para ayudarnos a pensar cómo utilizamos las redes y cómo educamos en este contexto. Sin embargo, desde una perspectiva más amplia, parece que las pérdidas millonarias tienen más que ver con que el señor Zuckerberg tiene un Pepito Grillo de la conciencia en su empresa.

Frances Haugen, una ex trabajadora de la empresa, ha denunciado que Facebook sabe que con debates y contenidos perjudiciales gana anunciantes y que la promoción de valores aburre. Y lo más peligroso no es si achacamos a Facebook el no ser un buen policía de la conciencia, sino que no queremos reconocer que la enfermedad está en la sociedad. Y en el caso de Instagram, ese alto consumo y dependencia perjudicial se está centrando especialmente en jóvenes.

En un sistema capitalista nos echamos las manos a la cabeza porque una empresa busque el máximo beneficio, queremos que haga de policía cuando hay síntomas de una enfermedad, pero no nos preocupamos de prevenir con una buena siembra de valores la posible enfermedad.
Partekatu!