Agur / Adiós
Lo fácil sería hacer un balance positivo que dejara buen sabor de boca en este último ejemplar de Goitibera. En los últimos años, este proyecto comunicativo de Euskalerriko Eskautak ha sido un reto complicado de gestionar, con luces y sombras. Estas líneas no recogerían con certeza la última andadura de la revista sin las complicaciones a las que se ha afrontado todo aquel que haya tomado decisiones.
Los resultados de un medio de comunicación, por muy humilde que sea, llegan a largo plazo, siempre y cuando goce de cierta estabilidad entre sus gestores y líneas de trabajo. Estos frutos no tienen por qué ser en forma de solvencia económica. También entran en juego otros parámetros: credibilidad, posicionamiento de marca, presencia o valor social. Unos aspectos que en los últimos años han sido complicados de mantener en la idiosincrasia de un movimiento de personas voluntarias, y, que se suman a la evolución tecnológica, las nuevas formas de consumo o la falta de relevos generacionales.
Dado que el contexto no ha sido nada halagüeño (nada nuevo bajo el sol para un proyecto comunicativo), tampoco han ayudado la ausencia de un plan lo suficientemente consensuado, ni la escasa conciencia sobre lo que supone mantener con vida Goitibera de quienes realmente aprueban la gestión ⎯las delegaciones de Euskalerriko Eskautak⎯. En este sentido, la visión y los recursos que las diocesanas aportaban han ido dando tumbos a lo largo de los últimos años.
Han sido incomprensibles varias actitudes y decisiones que rodeaban el trabajo diario de los contenidos de Goitibera, que iban incluso en contra de la línea editorial, fundamentada en el ideario de Euskalerriko Eskautak. Un medio de comunicación suele ser algo incómodo, en ocasiones, incluso para sus dueños. También se han torpedeado relaciones estratégicas del proyecto o burocratizado, sin razón, planes de trabajo que no requerían más que la confianza hacia el propio equipo ejecutor. Eran actitudes que dejaban en evidencia la falta de compromiso hacia el proyecto.
Entre los últimos logros de las más de 100 personas que han participado en los pasados 25 números, destacan la renovación del diseño de la revista, dotar de más accesibilidad a los contenidos, la digitalización del proyecto o la organización de eventos. Se ha impulsado una visión 360 del proyecto más allá de las posibilidades que permite la edición en papel. También se consiguió su envío de forma gratuita y periódica a las más de 3.000 personas federadas dentro de Euskalerriko Eskautak.
El cierre de un medio de comunicación a cualquier nivel siempre es una pérdida por su aporte cultural o social. No tengo nada claro si el cierre de la Asociación Goitibera es acertado o no en lo que respecta a Euskalerriko Eskautak y si solucionará los retos que tiene la interdiocesana por delante. Solo el tiempo lo dirá. Lo que sí tengo claro es que su cierre conlleva una devaluación de la comunicación corporativa, presencia e imagen del escultismo que impulsan, con gran diligencia, las personas que han decidido su punto y final.
En todo caso, es una decisión radical, pero valiente. Y una decisión, al fin y al cabo, que es lo que en los últimos años ha demandado el proyecto. Quede aquí constancia del trabajo que han realizado en primera línea Raúl Serna, Alba Díaz de Sarralde e Itsaso Molinero, con quienes he tenido la gozada de compartir el volante, así como a toda la plantilla de colaboradores de la revista. Ha sido un muy bonito capítulo en el gran libro del escultismo de Euskalerriko Eskautak.