Acogida en tiempos de cuarentena
- El párroco de Algorta y consiliario de Eskubeltz Eskaut Taldea y Euskalerriko Eskautak Bizkaia, Javier Garai, da hogar a 24 personas en exclusión social
- En su casa da techo de forma altruista a JENAS, mujeres víctimas de violencia machista y una familia refugiada en días de cuarentena
Las personas vulnerables son quienes más sufren el confinamiento. La falta de recursos puede suponer, incluso, el no tener un lugar donde cumplir con la cuarentena. Javi Garai, cura de Algorta (Getxo) y consiliario de Eskubeltz Eskaut Taldea y Euskalerriko Eskautak Bizkaia, da solución a 24 personas en su propia casa. «Para mí acoger y ayudar a personas necesitadas es una opción de vida», explica Garai a Goitibera.
En casa de Garai no es una situación nueva. Junto con Harribide Fundazioa, hasta ahora acogía a varias personas migrantes con el proyecto Yala Etorkinen Harrera. Mientras estas personas se formaban o trabajaban durante el día, la casa se convertía más en una especie de pensión. Con la situación provocada por el COVID-19, nuevas personas con nuevas necesidades han encontrado a Garai, y el hogar está ahora conformado por un total de 24.
En su mayoría, la nueva familia de Garai son JENAs de origen magrebí. Con el confinamiento, estas personas en exclusión social que iban y venían se han tenido que quedar las 24h dentro. Dos mujeres han llegado en los últimos días y también una familia refugiada venezolana, a través de Cáritas.
La casa tiene «mucho espacio» y a Garai le parecía que «había que dar este testimonio». Ha amoldado su vivienda a sus nuevos inquilinos: un pequeño gimnasio con pesas y gomas para que «por lo menos puedan ejercitarse los chavales», una zona del oratorio orientada al Este para que las personas musulmanas puedan «orar de manera más coherente con su fe…».
Durante el día, las personas en acogida están mejorando su castellano, unas clases que Garai les da, ahora, «junto con la familia venezolana». Además, ha tomado prestados varios portátiles de la parroquia para que quienes estén en Formación Profesional puedan seguir con sus clases telemáticamente. Se organizan los turnos de limpieza, de cocina… «Para mí es una suerte y ha sido un regalo esta convivencia», asegura Garai. «Yo acojo, pero es mucho más lo que yo recibo«, añade, como expresión de una comunidad que quiere ser acogedora.