BBK Family acerca las claves para que niños y niñas cumplan las medidas sanitarias en playas y piscinas
El confinamiento ha pasado factura a todas las personas, incluidos niños y niñas. Aunque la capacidad de adaptación de los y las más pequeñas sea asombrosa, es probable que cuando vuelvan a sus lugares felices olviden que en el ambiente sigue viviendo un ‘bichito’. Sobre todo en playas y piscinas, los momentos favoritos del verano. La psicóloga, educadora social y psicomotricista Begoña Ruiz Ibáñez desvela en un artículo para BBK Family cómo conseguir que los y las más pequeñas cumplan con las estrictas medidas sanitarias este verano.
Que las propias personas adultas conozcan las normas
«En cualquier otro momento, esto no supondría tanto problema. Pero con las diferentes fases de desescalada, la saturación de información y las noticias falsas, a veces, acabamos hechas un lío. No vale con lo que nos llega por el watsap o lo que hemos escuchado a la vecina. Hemos de recurrir a fuentes oficiales de cada comunidad autónoma, ayuntamiento, playa o piscina. Y deberíamos conocerlas de antemano para poder anticiparlas con los niños y niñas en casa», escribe Ruiz Ibáñez.
«Estas normas pueden tener que ver con aforos, franjas horarias en las que se puede acudir o permanecer, distancias a mantener, recorridos a hacer, objetos y elementos de las instalaciones que se pueden utilizar o no o cómo … Y saber que estas normas pueden ir cambiando en función de las fases, de cada sitio u otros factores. El Gobierno Vasco ha elaborado una Guía al respecto y se están preparando aplicaciones para informar del aforo de playas. Puede que esta información vaya actualizándose en próximas fases».
Anticipar a niños y niñas las normas antes de salir de casa
Ruiz Ibáñez propone:
- Explicarles que las normas son necesarias para protegernos y ser solidarias con el resto de personas en la convivencia. El papel de niños y niñas es seguir ayudando a proteger a la gente, incluidos ellas, cumpliendo las normas.
- Adaptar el lenguaje a cosas que puedan entender.
- Concretar posibles situaciones de lo que SÍ se puede hacer o NO y anticipar las consecuencias de no cumplir las normas (las consecuencias “oficiales” y las que podamos crear en la familia, desde irnos de la playa, estar menos tiempo, no volver en unos días, no llevar algunas cosas, colocarnos en otro sitio…)
«Para ello, podemos hacerlo a través de una dinámica tipo adivinanzas haciendo preguntas de lo que puede hacerse o no, haciendo dibujos O CROQUIS para que quede más claro, creando un panel con ellos y contestando las preguntas que nos puedan hacer. En la medida en que puedan participar, de alguna forma, en entender y comprometerse con las normas, será más fácil que puedan cumplirlas», recomienda la experta.
Ayudar a cumplirlas
Begoña Ruiz indica:
- Ser modelos de cumplimiento de normas. «Quizás pensemos en nuestro fuero interno que con tanto lío es mejor no salir, que algunas de las nuevas normas van a ser difíciles de cumplir por los niños y otras nos fastidian porque no creemos tanto en ellas o nos limitan un deseo propio. Sin embargo, nuestro papel como padres es dejar el miedo excesivo atrás, animar a la vuelta prudente a la calle y dar ejemplo, sin enfadarnos y sin saltarnos las restricciones. Será mejor que cumplamos las normas y no entremos en incoherencias que produzcan un cortocircuito en las niñas. Si hay una norma que como madres no vamos a cumplir, no anticipemos lo contrario a las niñas y luego hagamos lo que queramos. Es decir, no les digamos que hay que mantener dos metros de distancia con otros niños y luego les dejemos tocarse con ellos sin más. Nuestra recomendación es que seamos personas cívicas y cumplamos las normas. La responsabilidad como padres y madres es ésa».
- Ayudarles a gestionar las frustraciones. «Seguramente hay deseos y necesidades que tendrán los niños que no podrán cumplirse. Por ejemplo, estar cerca de otros niños socializándose y manteniendo un contacto físico es algo natural para ellos. Poder correr por cualquier lado de la playa también es algo divertido. Sin embargo, hay limitaciones al respecto. Ante estos deseos no cumplidos, debemos entenderles y habrá que ayudarles a gestionar la frustración y las emociones de enfado o tristeza que la acompañan. Si nos invade el enfado a nosotros ante su rabia, no lograremos transmitir esa calma que necesitan para asimilarlo. Haciendo un espejo de calma o curiosidad, quizás podamos preguntarles sobre su estado, animarles a buscar otras alternativas para llevar a cabo ese deseo en otro momento, en otro lugar, de otra forma… “Tienes pena por no poder…. Veo que estás enfadada por … ¿Quieres contarme? …Y siendo así, es necesario que … ¿Se te ocurre otra forma para poder … que esté permitido …? Quizás puedas hacerlo en …”. Ojo, la rabia se retroalimenta, contagia y nos puede hacer estallar. La tristeza que vemos en ellos nos puede llevar a ceder cuando no es posible… Busquemos la calma y la curiosidad en lo que les ocurre para dar una respuesta desde la seguridad de nuestro rol».
- Ayudarles con la asunción de consecuencias. «Si hemos anticipado con ellas las consecuencias, será más fácil que luego puedan asumirlas. Si han participado en crearlas también. Es importante que aprendan a aceptarlas y buscar la reparación. Esto es diferente a poner un castigo desde la rabia con cosas que ni siquiera tienen que ver con lo que ha pasado como, por ejemplo, retirar un juego o dejarle sin postre. No se trata de crear personas obsesionadas con la aprobación de las demás, sino reconocer su capacidad de crecer y tomar decisiones adecuadas para la convivencia. Por ello, estos refuerzos tienen que ir dirigidos a lo que han cumplido y la capacidad de autonomía, responsabilidad o solidaridad implícita. Decir “¡Muy bien!” es un reconocimiento. Y, sin embargo, puede ser aún más valioso el decir: ”¡Te has portado como una persona muy responsable al ….! ¡Has conseguido tú solo …! ¡Qué solidaria eres cuando …! ¡Qué valiente al ser capaz de …!”. «Así que ánimo, tiremos la toalla en la playa o piscina (respetando las medidas de seguridad) pero no tiremos la toalla en el poner y ayudar a cumplir las normas a nuestros hijos e hijas», concluye la experta.